La mejor batalla de Presupuesto de la historia

No hay recuerdos de que alguna vez un Presidente ocupara la cadena nacional, destinada a anunciar el presupuesto, para machacar a un candidato opositor.

Tampoco de que en el último presupuesto de un gobierno no se dejara la llamada “glosa republicana”, pensada para que estuviera a libre disposición de la administración entrante.

Todas, con la excepción de esta, tienen planes audaces para los primeros días, que requieren disponibilidad de recursos. Esta, en particular, compró la idea de Giorgio Jackson de guardar la artillería para cuando estuviera aprobada la Nueva Constitución, y así tener más libertad para los cambios profundos. Sabemos cómo terminó esa historia.

No está claro cómo termina esta, pero se parece demasiado a la Dinamarca de Hamlet, que no olía muy bien.

Boric ya no está de postnatal

Casi todos los analistas dicen que el Presidente se equivocó al meter a Kast en su homilía presupuestaria. Pero hay que reconocer que en esa noche dejó claro que ya no está de postnatal, y por ello lleva a la pequeña Violeta a su empleo como Presidente.

Se dio cuenta de que tenía que volver a ser el combativo de siempre, aunque ahora sin manifestaciones callejeras. La dignidad de su cargo salvó a Violeta del olor de las lacrimógenas. Y en este estilo, no le queda otra que ir por José Antonio Kast y golpearlo en el punto donde ha estado más complicado: la explicación de cómo va a recortar seis mil millones de pesos del presupuesto público.

Para ser justos, la que partió con el golpe fue Evelyn Matthei, que se lo lanzó en el debate (Jara optó por un tema menor: el de los bots y Patito Verde). Y de ahí vino el tiroteo desde Chile Vamos. Pero el Presidente, en cadena nacional, incorporó a La Moneda a la artillería.

El problema es que cuando conviertes el presupuesto en un campo de batalla, corres el riesgo de que tus propios soldados no te sigan. En paralelo hay elecciones parlamentarias, y a muchos en el oficialismo les da lo mismo la pelea épica con Kast: se están jugando su propia supervivencia.

Presupuesto con olor a pólvora

No hay tantos incentivos para sumarse a la marcha contra Kast que plantea Boric. Como en El séptimo sello de Bergman, el Presidente juega una partida de ajedrez contra su propia muerte, y puede terminar en un desastre en el Congreso que manche su salida.

El gobierno apostó a que el golpe a Kast sería rentable: mostrarlo débil, forzarlo a dar explicaciones sobre números que no cuadran en ninguna parte.

Pero la pregunta es si esto realmente afecta al candidato opositor o, por el contrario, le entrega la épica de resistir un presupuesto “hecho en su contra”. Kast puede victimizarse con facilidad: no es lo mismo que lo ataque Evelyn en un debate que recibir metralla desde una cadena nacional financiada con fondos públicos.

Lo primero es un round electoral; lo segundo, un abuso de poder percibido.

Un combate en cadena nacional

En el manual de El Príncipe, Maquiavelo advierte que quien golpea debe hacerlo de modo que no pueda ser devuelto. Aquí, en cambio, el Presidente abrió un frente en el que el adversario puede escudarse, contraatacar y, en una de esas, ganar simpatías.

Al usar el presupuesto como campo de batalla, La Moneda no solo pelea con Kast: también lo hace con los diputados que deben aprobarle cada peso. Y si algo se sabe de los parlamentarios chilenos es que disfrutan de sus pequeñas venganzas.

El riesgo, entonces, no es solo comunicacional, sino material: que no le aprueben el presupuesto. El año pasado, las últimas contiendas se dieron en la sala. El mensaje de responsabilidad que traía la propuesta se diluyó en el momento en que el Presidente eligió el combate en cadena nacional.

Todo o nada

Puede que él crea que su verdadero legado es dejar a Kast dañado. Si pierde la elección, se presentará como el héroe que lo enfrentó; si la gana, se convertirá en su principal opositor, y con ello en el candidato natural de la izquierda para 2030.

El único problema es que los parlamentarios podrían castigar la insolencia de La Moneda: dejarlo sin los votos, sin presupuesto y sin relato. Un riesgo demasiado alto, que cualquier estratega sensato preferiría evitar.

Como decía Pepe Mujica, cuando la izquierda grita “Todo o Nada”, suele quedarse con nada.

¿De verdad Boric debilitó a Kast?

La jugada le dio al Presidente un respiro, mostró que ya no estaba de postnatal. Pero el riesgo fue mayor que la ganancia. Y la gran pregunta queda abierta: ¿de verdad debilitó a Kast, o solo le regaló un nuevo papel, el del perseguido por la maquinaria del gobierno?

Al final, el presupuesto del legado y la responsabilidad fiscal se está transformando en presupuesto de la confrontación. Y la cadena nacional, en vez de una aburrida y necesaria explicación de cifras, terminó convertida en un ring de boxeo contra José Antonio Kast.

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